Amanecí repleta de ruina la mañana siguiente,
sin nido, sin vientre, sin amor.
Los libros cayeron incesantes uno a uno sobre mis hombros,
yo solo apabullé sus letras
que me recordaban el olvido de tus veinte lenguas,
todas vacías y vacilantes de verdad,
como quien es juguete del destino
y se deja morir y ya.
vR/julio 1 de 2010.
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