La cordura me ha carcomido
el viento entre los dedos,
demasiada sobriedad la de mis ojos,
los callos por la servidumbre
me estan atolondrando la boca…
opacidad cavernaria
la de mi sentido más común,
que sentido.
Evolucioné a mediocre civilizada
una espécimen asociada al silencio
y a la organización por rebaño,
a la obediencia y al aburrimiento,
ambas nauseabundas pero necesarias normas
para no desentonar en el concierto.
Morí hace un siglo en medio de tu abusiva baba
y tu llanto etílico y efímero que abrazaba mi vientre…
cómo pasa el tiempo y yo con tanta hambre.
Me la sacudo de los brazos,
pero la llevo siempre encima,
es mi accesorio perpetuo: insatisfacción.
Será que el abrazo no tiene precio,
ni la flor, ni la canción, ni el poema
por eso anda un vestigio de mí que asoma su rostro
a las calles, inventando la risa...
Así somos todos los demonios de por aquí
de este tercermundismo apropiado y funcional...
ver: no permitido
ser: un atentado egoísta
sentir: para qué?
pedir la vida... ni pensarlo!
lp.