Vientre perdido,
lleno de ecos vacíos de sueño
y de amor mío, solo mío.
Te inventé una tarde lluviosa
y te proclamé a través de mis palabras
para que vinieras.
Alumbraste mis días más grises
y sólo sostuviste a tu madre,
parturienta de dolor,
para sacrificar nuestro encuentro
y convertirme en flor.
vR/julio de 2010
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