jueves, 27 de noviembre de 2014

Miércoles
                                      A Lilian
Tengo fijación por los parques
por perderme allí y sentirme un árbol,
ser verde por un instante
y poblarme de risas y zanates,
de ser algo más de todo.
Almorzarme diez cigarros
y pensar que a la siguiente hora
tengo tres líneas más en mis haberes
y siete llagas menos que sangrar.
Llorar por todo, reír por nada.
Ser comida de paloma
y tendedero del sol,
ser casa del calor y abandonar el frío.
Propinarme el último cigarro,
terminar mi poema y recordar
que soy yo
y que no hay otro camino.
vR/Ausencia 2014


Hube entonces de cortarme el cabello, tal y como se lo prometí el día que nació: no me lo vuelvo a cortar hasta que me sienta tan feliz como hoy. Y es que parir una hija es una epopeya personal, una batalla a favor de la transformación; no es solo cosa de abrir las piernas y apachar a la bombita, es nacer con otros ojos y descubrir el mundo a través de la fragilidad.
No tengo mayores logros en mi vida. Sobrevivir, como cualquier hijo de vecino, sin aspavientos construí muros para reinos ajenos, me quedé a batir las tempestades para que no cayeran y arremangué mi pantalón y descalcé mis pies para navegar con un colchón, mis ollas y mi hija a cuestas. Sobrevivir es una obligación cuando el amor le mueve a una el horizonte.
Así aprendí a dejarme de tantos grises y a tirar los juegos de niños. No soy mujer de posibilidades, pongo pie delante de pie porque puedo, a pulso y redoble de sauce, construir, transformar y palpar lo que anhelo. Sin la vanidad del sueño, esto de “hacer” es un compromiso personal y con las flores que adornan el pelo plateado de mi abuela en su panteón allá en el Cementerio General. Lo de perder el tiempo se quedó atrás, me dijo aquel 6 de noviembre antes de morir. Concluí también, unos meses después, que esperar en otro lo que hay en mí es sólo dilatar en el dolor.
Me gustan las mujeres y los hombres que son de sí para sí. Radicalidades, eso quiero yo; no medias tintas, ni quimeras de humo con sobre vientos de tiempo, ni un teatro de autocompasión y golpes de delirio para mi pecho. Que me escupan a los pies la radicalidad de la verdad, de lo que se quiere, de lo que no. De ejercer sin miedos los hermosos bucles de la libertad. No de pájaros que se vuelven jaula, con la promesa de que la jaula, algún día, podrá volar.
Así fue que cuando me planteó desnudez frente a la cámara, me reí, como puberta resguardando los templos sagrados de mi iniciado camino a la vejez. Súbitamente, entre el laberinto del miedo me asaltaron las contradicciones. Silente, me senté entre ellas, las hice un rollito y las tiré a la chingada. Mientras puse y quité los guantes de mis manos unas tres veces, respondí: está bien. Sacame una foto, yo me pongo allí, que se mire de fondo la cascada, quiero que se mire mi tatuaje.
Y comprendí que había aprendido a aprender. No fue la desnudez de mis pechos frente a la cascada, fui yo desnuda, sin peso, sin atadura, sin complacer ni depender de nadie, sin el vacío de la incertidumbre, sin cargar a rastras el cansancio, era yo: feliz. Canosa, sin un diente, con arrugas, sin miedo, era yo.
No fue preciso recorrer 269 km para ser feliz, bastaba con llenar sus pancitas de atol blanco, sostener sus miradas de anhelo y recibir la promesa que tendré muchos nietos. Si parece tan simple, pero me costó mucho tiempo y vida, sobre todo lo segundo, para disfrutar lo que siempre tuve frente a mi miope y egoísta nariz.
Así quedaron esas fotos, un momento inédito de felicidad. Mi absoluta desnudez de libertad y mi cuerpo rodeado de sus brazos y sonrisa. –Nos vemos felices, comentó orgulloso, mientras me las mostraba días después y yo asentía con un mechón de mi cabello en la mano.
Esa era yo, la mujer, la mujer pájaro, la pájara serpiente que por más que le rompieron el pico no se calla, no se calla y canta a la orilla de las cascadas.
¿Qué si estoy muerta del cansancio? No, yo no muero, nazco hasta tres veces por día, soy pájara sobreviviente.
¿puede usted cantar conmigo?
Vanessa Ramos
Día 4 de un noviembre inédito lleno de amor del año 2014.