Soy un ojo azul
viejo y taciturno
tuerto de luz,
hambriento de humedad,
ambulante perpetuo,
sobreviviente de guerras,
todas perdidas.
Musito, quedito, tu nombre,
a la vuelta de la esquina
donde sale el sol eclipsado,
donde vacilan las mariposas
de tus palabras perdidas
y desesperadas,
de piedad por las flores
y los días,
todos perdidos.
Son ahora
solo remembranzas
de árboles sin nombres,
de aromas y uñas,
partidas por el llanto,
tatuadas por la esperanza,
como serpientes sin rastro
como caminos
todos perdidos.
vRamos/julio 1 de 2010
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