viernes, 23 de julio de 2010

Simple deseo

I

Deja que se caiga el cielo
mi habitante prontuario,
deja que musite, rebuzne y se desgarre,
deja que rompa el suelo y las venas abiertas
de los sueños,
deja que sucumba necedad
quinceañera vestida de necesidad,
deja que el hambre nos parta en veinte
muelas ciegas de verdad.

Deja que llueva, mi amor
que se deshaga el suelo
los caminos y las simples veredas
para que todos se acaben
y que el latido permanezca
deja que llueva,
deja que llueva hoy.

II

Deja que amanezcan los poblados en grises,
que el pecho respire y se aventure
a fenecer sobre los sapos.

Deja que la afiladura de las lenguas
nos degüellen festivamente
sobre los vasos rotos
y el lúpulo gaseoso de la ironía.

Deja que el ojo del huracán nos absuelva
y que parta con el dolor
la ignominia que nos azota
con su máximo sucio poder
y sucumbamos
bañados en llanto
Para que llueva,
Para que llueva siempre.


La Pululante

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