Yo
inventé una noche silente y estrellada
con
olor a sal
y peiné
mis olas,
abracé
mis peces
y dormí
sin vacilar entre tus manos.
Llené
de mil poetas nuestra ventana,
con
sus rayos azules
dibujé
un ollín marino en tus dedos
y solté
mis pies de sus amarras
sin
predecir la noche,
sin
imaginar acaso, que los días morían.
V