jueves, 22 de julio de 2010

Confinación

Si pudiera matar los segundos
como aplastadas hormigas ciegas,
sucumbirían ante mis dedos
infinidad de volcanes
y se abriría el infierno
de las hojas de la espera.

Tic-tac, agradecida porque los
relojes son digitales
y porque la savia
corre presurosa a través de la ventana.

Mounstros estáticos,
de cemento y ladrillo,
me aúllan entre la melena,
me devoran los ojos
apagan mis sienes.

¿Hasta cuándo este martirio de burócrata?

¿Hasta cuándo?

La Pululante

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