Tener los pies tullidos de andar sin rumbo
deja el paladar asqueado del dolor
y las piernas llenas de ansiedad.
Así me anduve acarreando los dientes caídos
por morder la sombra de tu vacío
con las fauces cansadas de comer aire,
deja el paladar asqueado del dolor
y las piernas llenas de ansiedad.
Así me anduve acarreando los dientes caídos
por morder la sombra de tu vacío
con las fauces cansadas de comer aire,
sin ser víctima,
ni ser estrella,
solo me observo absorta hora tras hora
frente al espejo, preguntando quién está allí,
la náufraga de mí y de mis sueños
una ilusa caminante
solo me observo absorta hora tras hora
frente al espejo, preguntando quién está allí,
la náufraga de mí y de mis sueños
una ilusa caminante
plagada de egoísmo.
Mis pupilas tienen ayeres perdidos,
largos funerales de sueños pintados de flores,
moraditas todas, ahora que ya no tengo pelo,
son mi sombrero con olor
de muerte juguetona con el viento.
Y vienen a cantar conmigo
todos los ángeles de tu sonrisa
me humedecen el cuerpo de estelas
innumerables de luz palpitante,
de esos destellos que me hicieron vivir
y pensar que la vida es otra cosa que mentir,
eso son tus lentas sílabas
acomodadas en las ventanas de mi nariz
lamidos por los poemas, los cuentos,
gritos de gemidos atravesados
que escriben nuestra absurda circunstancia
nuestra estupidez,
con los que sentencias cada hoyuelo de nuestra historia
impalpable para el ojo humano,
que solo tú y yo,
sabemos oler a kilómetros;
ese sin sentido que nadie entiende
porque el canto a la luna lo sabeMis pupilas tienen ayeres perdidos,
largos funerales de sueños pintados de flores,
moraditas todas, ahora que ya no tengo pelo,
son mi sombrero con olor
de muerte juguetona con el viento.
Y vienen a cantar conmigo
todos los ángeles de tu sonrisa
me humedecen el cuerpo de estelas
innumerables de luz palpitante,
de esos destellos que me hicieron vivir
y pensar que la vida es otra cosa que mentir,
eso son tus lentas sílabas
acomodadas en las ventanas de mi nariz
lamidos por los poemas, los cuentos,
gritos de gemidos atravesados
que escriben nuestra absurda circunstancia
nuestra estupidez,
con los que sentencias cada hoyuelo de nuestra historia
impalpable para el ojo humano,
que solo tú y yo,
sabemos oler a kilómetros;
ese sin sentido que nadie entiende
cuando me paro al centro del parque
y te respiro hondo, a dos pasos de mí…
aquella noche, aquel grito, aquella felicidad
aquella lluvia que nos iluminó
aquel camino que nos trajo hasta aquí,
que sólo vos y yo supimos construir y destruir
¿es posible ser tan incoherente?
Me siento vieja después de tantos kilómetros
y a la redonda solo hay podredumbre
lenguas-basura,
hediondez-amistad,
y yo solo me pinto unos ojos
me cuelgo la mueca
y salgo siempre a buscarte.
La Pululante
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