He sido una tumba
desde que te conozco. Aquella noche de diciembre, yo desesperada entre el frío
para fumarme el fastidio. Una maraña de cuervos se desprendía de tu cabeza. Tus
gestos de desinterés, tu fastidio compartido.
Entre mi tormento te
visualicé moviendo tus manos, e hipnotizada me secuestré a mí misma, sin dar
tiempo de adioses conmovedores.
Ella se fue. Ella se
fue tras él. Ella se fue tras él para ser libre.
Cada vez que te
encuentro me desnudo, no tengo esquinas.
Siempre he callado
este amor-contemplación que te tengo. Pero insolente, me brota la alegría,
cuando te veo. Mis pájaros vuelan, mi muerte se reanima.
En vos también hay una tumba.
Noviembre/2016