lunes, 5 de septiembre de 2016


Él que golpea insistente al martillo
para que éste le devuelva, en su parca poesía,
el viento roto con la boca abierta,
su llaga en llamas.

No hay silencio más letal
que el que se da cuando el dolor
empieza a parir el desvarío
y con ello, sus bellas flores de infierno.

Una espiral escupe el fuego
aquella manta inmensa que desgarra el viento
el silencio, el desvarío, el hambre, la muerte.

Bailo en silencio, me sigue pariendo

Bailo la muerte, me sigue escupiendo

Bailo el viento, me sigue comiendo.

El desatino cubre con serpientes
los nidos del deseo y el olvido,
trapecista de la estupidez y el despojo
abrázame antes de morir.

Baila entre mis fauces, mientras se alumbra
la perversidad de mis golpes
bailo… suculento vaivén del asco
abrázame antes de que te mate.

Vramos /septiembre 2016




Cuando tus ojos refugiados en el llanto
buscan jugar a la tristeza
mi pecho paloma invoca con su canto
el llanto que cae del paladar del olvido.

Ni estrella, ni piedra
vos en cambio me diste el infinito blanco de tus ojos
que tiene de sobra tu lujuria.

Niña refugiada en el espasmo de tu odio
un poco de sangre, cuajo de lluvia
estertor de miedos, temblor de hojas
lluvia desierta de cielo
cúmulo de peces aleteando tu saliva.

El tiempo ha sido regocijo
un colibrí preñado de lluvia
un cántaro roto que puebla la luna
en una noche infinita.

Vramos/agosto 2016.