jueves, 26 de mayo de 2011

Quisiera que el enojo fuera un terrón de azúcar devorándose mi té,
vaya tontería… remojar mis ojos y verter mi hambre sobre tu cabeza,
amontonada por mi necedad.

Soy un martirio.

Las almohadas me abrazan tortuosamente
y tu aliento frío me arrulla hasta el amanecer;
los pájaros fueron acumulando sus gritos en nuestra ventana.

Hoy es un día gris.

Debería ser un engendro de lucidez
y solo soy un agujero negro de necesidades,
una casa llena de arañas pesadas de polvo.

Vos, el único habitante.

De desayuno llanto y palabra, alta o baja,
no habrá comida para el medio día,
es posible que para el atardecer cabemos nuestra tumba.

Yo la tuya.

Tú la mía.
lp.

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