Las pestañas amontonadas buscaban su filo,
la tela se abrió precisa, sin suplicar mucho
y asesiné el vientre de mi pantalón…
ese manjar dulce anhelando ser plano
se rompió para darte paso y finalmente llenarte
de moshito con champurrada, acurrucada en este guacalito,
escuchando nuestras campanadas,
cada noche, cada amanecer.
lp
No hay comentarios:
Publicar un comentario