Porque cada muerte ha valido
el suspiro de la noche,
el estertor de las estrellas,
la cotidiana manía del espejo
y sus reflejos.
Haber perecido no es más que un ejercicio
de invención sobre sí mismo.
El poeta muere,
se asesina
se deleita con sus jugos descompuestos,
no se suicida: se asesina…
y se vuelve a parir.
Porque cada muerte me ha valido
un nuevo verso,
un poema
y tengo contemplación suprema por mi sangre,
entre mi festín de elegías,
cada noche que fenece
entre mis letras.
lp.
2 comentarios:
Tener las cosas así de claras es envidiable.
Saludos.
SL
no sé si es claridad u oscuridad plena para atravesar la luz, gracias por el mensaje Sarco.
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