Me asomo estática eternamente al portal de tu vacío infinito
a la insatisfacción de tus paredes y humedad
y me quedo allí, hablando quedito mi amor
que se me enmohece en el sol y la sombra
de este cementerio al que me has confinado,
estando aquí
estando aquí siempre.
Los pájaros negros deambulan tu nombre
extienden sus hermosas plumas en el cemento
de mis lágrimas
pensando yo que con los días me dolerás menos
pero solo se pegan a mis manos, las flores, el paso
en constante movimiento
petrificado,
por el miedo y sus desiertos
de perderte en constante movimiento.
La Pululante.
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