No puedo concebir el tiempo que se ha perdido
en el viento de los atardeceres, me abruma la ausencia completa de los sentidos
ahogados en el desvarío del sol muriendo. Usted sabe que aquí se suda un poco,
bajo esta oscuridad se piensa de más, se escabulle uno en otras ideas. Algunas
limpias y otras que no tanto se perdonan. Aquí de bajo se sopla el calor. Y uno
engullido entre aquellos ojos de sol no hace más que dormir, dormir despierto.
Después de algunas horas se imagina uno acariciando aquella calidez, aquella
blancura, aquellos soles húmedos y tibios entre mis manos, imagínelo usted. Esa
sonrisa sollozada me hace delirar, yo puedo ser artífice de más sonidos como
aquellos, míos, para mí.
La humedad no me deja dormir, me cuesta respirar
mientras logro acorralar sus ojos asustados y aprieto su pecho plano, sus
dulces ojos silenciados por el dolor y por la vergüenza. Debajo de la sotana
hace mucho calor.
vRamos/octubre 2016
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