lunes, 1 de junio de 2015

Bailar sin pies

Me gusta bailar encima de usted
o en la cocina,
en el borde del precipicio de la ciudad
allí donde nadie intuye la locura atorada en un pecho,
en una boca,
en el cielo de mis ojos.
 
¿Qué le enseñe a bailar?
 
Usted ha bailado conmigo, aunque usted siquiera lo sospeche
le he tomado la mano, con su consentimiento
y lo he llevado a buen ritmo al fondo del mar,
ha cabalgado conmigo entre las olas;
ha perforado el presentimiento de un ritmo naciendo entre sus manos,
es la estrella de mar que le palpita, sin cesar
acariciando su brillante mente y su impetuoso corazón.
 
Así procura usted, a galope, un baile maravillando las plantas de mis pies,
la raíz blanca de mis sienes,
mis arrugas acentuadas,
jugando todas, a que trascendemos el viento y poblamos un corazón
el suyo
a vaivén
 
a vaivén de verso
 
Vr.  2014

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