lunes, 22 de julio de 2013

Cuando te besé, sabías a muerte sedienta
y tu almohada tenía la forma de tu cabeza
detenida por el tiempo.

Ayer te había pensado
riendo y somatando ollas en la cocina
pidiendo una cerveza para emborrachar la memoria.

Hoy te vuelvo a besar
y la muerte me acomoda el cabello,
tus coágulos escupieron las manos de mi realidad.

Mañana te llevaré flores llenas de mis puños
los buitres dejaran caer sus ojos en mi llanto

y yo no podré decirte adiós.

Siempre rebeldes mis manos, rebeldes y libres.

No verás de mis manos verter un adiós.

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