Tengo un sueño permanente, que respira estrella y exhala sal
que tiene nombre sin tiempo
y que es lo que hay en mis ojos
una trascendencia de la noche a la luz de los días
y un mar de posibilidades.
Te llamo hijo mío, ven a mis fauces hambrientas de luz,
yo te proclamo y escribo tu nombre.
Te llamo hija mía, ven y destierra la injusticia y la ignominia,
grito tu nombre a través de mis flores
que adornan el camino,
de los días, en que sueño que estás musitando
entre las barbas de tu padre
y los senos abiertos de tu madre,
en las mañanas en que busco en mi calor
tu alma,
tus ojos
y esta gran posibilidad
de cantarte con el tambor que tengo en el pecho.
vR/14 de mayo cerca del desvarío del 2010.
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