lunes, 8 de febrero de 2010

La despedida

Dejando una rosa ando en cada tumba que dejaste abierta,
acaso con el único afán de molestarme,
o quizás,
sin haberlo pensado nunca,
pusiste monedas sobre mis ojos para atravesar el umbral de los espejos,
en donde vos y yo existíamos,
sólo entre nosotros sin que nadie sospechara nuestro universo,
que se cerró aquella tarde de octubre,
rojo siempre octubre,
para no abrirse jamás.

vR/ febrero 2010

No hay comentarios: